Autorizado aterrizaje!

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viernes, 26 de agosto de 2011

Luis Alberto "Pilotín" Núñez Rojas, Un Cóndor Chileno en los Cielos del Quetzal...

Por Luis José Gálvez Roy (desde Guatemala)

Danilo Villarroel C., Anselmo Aguilar U. (desde Chile).
PALABRAS INICIALES

Muchos son quienes han realizado acciones heroicas o conseguido logros históricos y han tenido el debido reconocimiento, hay otros que han caído en la empresa y viven permanentemente en el recuerdo colectivo, pero están también aquellos que siendo genuinamente grandes y que por causas ajenas a sus logros o por azares del destino nunca han arribado al glorioso estrado que la historia depara a los vencedores de los cielos... este artículo es nuestro sincero y honesto esfuerzo por arrojar una luz certera sobre uno de aquellos olvidados del público reconocimiento y darle el lugar que bien merece en nuestra historia aeronáutica.

La primera vez que escuché la palabra “Pilotín”, fue en una de las tantas reuniones de camaradería que mi padre acostumbraba realizar en casa. En dichas festivas ocasiones, era usual que los contertulios contasen interesantes (y sabrosas) historias sobre sus respectivos pasados en diferentes unidades de la FACh.
Era más o menos 1967 y la anécdota versaba sobre un guaripola (hoy tambor mayor) que se había extraviado durante la previa a la celebración de un 21 de mayo por cuanto desconocía la ubicación de las calles de la capital de Chile y había encajonado la banda de guerra en un lugar adecuado, pero no el programado para dicha ocasión. La historia en su total no resultó una mera y jocosa anécdota como otras, sino que se fue matizando y conectando con otros sucesos, que al calor de una copa la memoria va rescatando desde un desconocido -y hasta glorioso- pasado aeronáutico.
Estos contemporáneos de ‘Pilotín’, que también gustaban jugar un “difícil” juego de mesa llamado brisca (aunque creo que ellos lo tomaban como un serio deporte), no eran simples oradores, sino que cada uno guardaba dentro de sí, los mejores y más hermosos años de sus vidas sirviendo a las alas militares. Incluso supe años después, que algunos habían servido bajo las ordenes de aquel singular personaje a quien llamaban 'Pilotín' y que con el tiempo pude comprobar que era mucho más que el guaripola de aquella anécdota.
Esta historia, guardada por largos años en el baúl de los recuerdos, la hemos traído al presente junto a nuestro amigo y colega Luís (sobrino de Pilotín Núñez), con la única finalidad de efectuar un reconocimiento, a todos aquellos aviadores que lejos de la patria, han dejado una honda huella en tierras extranjeras y que con ese profundo sentido del deber han contribuido a engrandecer otras naciones. (El Editor)

QUIEN ES PILOTIN

Pilotín es el cariñoso apodo puesto al cadete Luis Alberto Núñez Rojas por sus compañeros de la Escuela de Aviación en el año 1945. La razón del apelativo era que Núñez había cursado estudios en la Escuela de Pilotines Mercantes (más tarde Escuela de Oficiales de la Marina Mercante), especialidad que permitía gobernar y comandar eficientemente una embarcación de gran tonelaje. Nació en Valparaíso en 1925 y su casa estaba ubicada en la populosa Avenida Argentina; a la edad de un año queda huérfano de madre y con gran sacrificio su padre se esmera por brindarle una buena educación enviándolo al colegio seminario San Rafael.
Es durante sus años como alumno del citado colegio que al formar parte de la banda marcial y de guerra de dicho instituto, recibe instrucción de parte de un Mayor de Ejército para convertirse en guaripola o tambor mayor de la banda. Posteriormente y entusiasmado con la idea de tomar nuevos rumbos, decide ingresar a la Escuela de Pilotines, entidad dependiente de la Dirección General de la Armada de Chile. En 1941 egresa como Piloto mercante, cuando esta Escuela funcionaba al interior de la corbeta “General Baquedano” ya pronta a ser dada de baja y que se encontraba fondeada al costado del faro Duprat en Valparaíso.
Una vez embarcado en diversas naves y formando parte de la tripulación de mando en plena Segunda Guerra Mundial, recorrió numerosos países incluyendo varios viajes a EEUU arriesgando ciertamente ser atacado por submarinos del eje. Sin embargo, en 1944 decide dar un nuevo y radical giro a su vida y cambia el mar por el vasto cielo nacional. Postula a la Escuela de Aviación de la FACh, motivado quizás por los variados encuentros en ruta entre su barco y aviones de patrulla de todo tipo durante la guerra, después de todo él contaba solo con 19 años, tenía toda la vida por delante y una gran voluntad.
Alto, rubio y atlético no tuvo problema alguno al rendir los exámenes físicos y médicos de reglamento, tampoco fueron obstáculos las pruebas escritas pues su sólida formación en el prestigioso colegio religioso, sumado a los conocimientos de navegación, astronomía, trigonometría, etc. ya adquiridos en la mencionada Escuela de Pilotines, lo calificaron muy por sobre la media.

EN LA FUERZA AEREA DE CHILE (FACh)


Por su gran seguridad y confianza en las pruebas rendidas, no fue sorpresa la llegada del telegrama comunicándole la aceptación y la fecha de presentación en el mencionado instituto formador de oficiales de la FACh. En marzo de 1945 traspasó, junto a otros jóvenes con iguales aspiraciones la antigua entrada (que aun se conserva), para tres años más tarde salir por ella convertido en piloto militar. Fue durante sus años de cadete en la Escuela de Aviación, mientras se efectuaba un desfile, que se suscita la famosa anécdota en la cual el cadete Núñez, al desconocer la distribución de las calles de Santiago de Chile encajonó la banda de la escuela en un lugar que no era el originalmente previsto; esta anécdota ha trascendido incluso el paso de los años y aún en nuestros días es recordada por varios aviadores en retiro los cuales no pueden evitar dejar escapar una sincera y alegre sonrisa al recordar el peculiar episodio.
El 1 de Enero de 1948 se efectuó en El Bosque la respectiva ceremonia de graduación de su promoción, actividad que fue destacada por la prensa de la época. La referencia a esa ceremonia, se debe a que fue presidida por el Comandante en Jefe de la FACh General Aurelio Celedón P. y por el propio presidente Don Gabriel González V. en persona. El alférez Núñez recibió el premio especial “Capitán de Ejército señor Maximiliano Rossler Urzúa” por haber demostrado el más alto nivel de espíritu militar durante su permanencia en la Escuela de Aviación.
Del curso de “Pilotín” Núñez, un grupo de trece de sus compañeros se graduaron un año antes por el hecho de haber tenido mayor escolaridad y de ellos tres alcanzaron el generalato (Fornet, Matthei y Ruiz). De la promoción de Pilotín (5º graduación) que fueron veintiún aviadores, con el paso de los años uno llegaría a general (Martínez) y otros realizarían destacadas carreras en la FACh, teniendo también que lamentar la prematura partida de algunos compañeros (Neira, Martín, Mahuzier, López) los que engrosaron la lista de mártires de la FACh.
Por orden del Comando en Jefe, que había sido emitida el 31 de diciembre de 1947, Pilotín es destinado junto a sus compañeros de la rama del aire al Grupo de Aviación Nº 1 ubicado en Iquique (zona norte de Chile), que en ese tiempo funcionaba en la Base Aérea “Los Cóndores” en Alto Hospicio. Esta unidad estaba dotada en esa época solamente con ocho monomotores North American AT-6, más tarde aumentó ese número y se agregaron también aviones Vultee BT-13. Terminada la instrucción táctica de tiro y bombardeo en la nortina base, el 5 de enero de 1949 Núñez junto a sus compañeros es ascendido al grado de subteniente de armas rama del aire.
Tras unas breves vacaciones fue trasladado al Grupo de Bombardeo Pesado Nº 3 que funcionaba en la base aérea de Quintero, lugar costero de la zona central que en esos años albergaba bombarderos B-25J Mitchell, pero contaba asimismo con aparatos PBY-5/5A/OA-10A Catalina, OS2U-3 Kingfisher y N3N 'Yellow Peril' agrupados como una escuadrilla aeronaval dentro de la misma unidad. Se sabe que en esta base efectuó el curso aeronaval y posteriormente en bimotores Catalina realizó diversos vuelos a lo largo de todo el país, incluyendo algunos a Juan Fernández.
El verano de 1949 dos hidros Kingfisher efectuaron el relevo de la dotación antártica que permanecía en la base O’Higgins, operación de alto riesgo y que alcanzó notoriedad en la prensa nacional, pues la flotilla antártica no pudo realizar esta labor debido a las inclemencias climáticas. No cabe duda que estos notorios vuelos causaron una profunda inquietud en muchos oficiales, había consenso de que la tarea de unir el continente con esa lejana posesión chilena era un tema pendiente y era solo cosa de tiempo el realizarla.
A fines de mayo de 1949 el Alto Mando tomando en cuenta la vasta experiencia profesional y la intachable hoja de servicios de Núñez, insinuó su posible destinación a la Dirección de Aeronáutica, cargo de gran responsabilidad que finalmente fue confiado a otro oficial más antiguo. A principios de noviembre de 1949 fue designado instructor de vuelo del Club Aéreo de Illapel, esto sin perjuicio de sus funciones dentro del Grupo de Bombardeo Pesado Nº 3. Tras una esmerada labor profesional en ese club, fue posible que el 30 de junio de 1950 sus tres alumnos rindieran los exámenes ante el examinador de la Dirección de Aeronáutica, estos eran -de paso- también los primeros instruidos en este naciente club.
Interesantemente es posible hallar en la prensa de la época como se destaca tal hecho y como los tres alumnos aprobaron satisfactoriamente sus respectivos exámenes tanto teóricos como los de vuelo, demostrando gran capacidad profesional y ser un grupo sobresaliente en cuanto a condiciones de vuelo y conocimientos, por lo cual también su instructor fue felicitado por las autoridades. En la misma ceremonia se hizo la despedida al comprometido instructor Núñez, ya que por orden superior cesaba su importante función en Illapel.
A mediados de marzo de 1951 Núñez es destinado a la Escuela de Aviación “Capitán Ávalos”, instituto formador de oficiales de la FACh, donde se desempeñaría como instructor de vuelo. Para ese mes y época, el inventario de material aéreo de la Escuela era de 59 aeronaves que se desglosaban en:

- 23 Fairchild de instrucción primaria
- 23 Vultee de instrucción básica y
- 13 North American de instrucción avanzada

En esos años el plan de estudios contemplaba una duración de tres años, en los cuales los alumnos volaban un total de 250 horas de instrucción; 100 de primario, 70 de básico y 80 de avanzado. Dicha modalidad de enseñanza sufriría un drástico cambio en mayo de 1954, cuando se incorporaron los nuevos entrenadores Beechcraft B-45 “Mentor” (erróneamente llamados T-34).
Terminadas sus funciones en el plantel de instrucción capitalino, Núñez fue trasladado a la Base Aérea de Magallanes en la zona austral de Chile, específicamente al Grupo Nº 6 que operaba con siete T-6 desde Bahía Catalina ubicada en las cercanías de la ciudad de Punta Arenas. Dicha base (hoy inexistente y solo parte de nuestros más caros recuerdos), contaba con dos hangares más tres pistas de aterrizaje y aunque servía también de terminal para algunas aerolíneas comerciales, sus obstáculos artificiales la hacían ciertamente muy riesgosa para los vuelos.

Panorámica de Bahía Catalina.

EL VUELO A LA ANTÁRTICA

Probablemente la información de la existencia de una precaria pista demarcada el verano de 1950 en una planicie de la isla Decepción (archipiélago Shetland del Sur) en la Antártica Chilena, haya sido el detonante que alentó al ahora Teniente 2º Luís Núñez del Grupo Nº 6 a intentar la materialización de un vuelo directo a esa lejana posesión. En secreta concomitancia con el mecánico Sargento 2º Gregorio Israel Salas comenzaron a preparar el North American AT-6 Nº 290, seleccionado de entre los nueve con que contaba la dotación austral; se dice que le fue adaptado un estanque suplementario de combustible que obtuvieron seguramente de un viejo Fairchild ya fuera de vuelo.

North American T-6 Nº 290 (ver nota al final)

El despegue del monomotor -con sus dos tripulantes- se produjo al amanecer del miércoles 4 de febrero de 1953 desde Bahía Catalina, el plan de vuelo oficial indicaba que efectuarían un vuelo de prueba, planificación de rutina que no despertaba ninguna sospecha al momento del despegue. Sin embargo, al cabo de algunas horas de vuelo la sorpresa en la base fue mayúscula, ya que el Teniente Núñez informaba que se encontraba volando hacia el sureste sobre el mar de Drake y siendo su verdadero destino la isla Decepción.
Infructuosos fueron los mensajes radiales enviados desde la base ordenándole a Núñez que regresara de inmediato a Bahía Catalina. Los aventureros aviadores continuaron volando hacia su dorada meta pero comenzaban a enfrentarse a un fuerte temporal que en ese momento azotaba la zona. Cerca del mediodía, el vuelo se hizo muy peligroso, a pesar de que la aeronave no presentaba ninguna anormalidad mecánica, pero debido a la nula visibilidad y al errático funcionamiento de los instrumentos de navegación era sumamente arriesgado continuar con lo planificado.
Finalmente, esta razón técnica y encontrándose realmente extraviados de la ruta, debieron forzosamente iniciar el retorno a Bahía Catalina, Vicuña o Yendegaia, estas dos ultimas tomadas como alternativas. Pasadas las 14:00 horas el avión aterrizó sin otra opción en la pista de tierra de isla Navarino. Situada al lado sur de la isla, la precaria pista no contaba con cubierta de estabilizado y al momento del descenso se encontraba reblandecida y fangosa por las fuertes lluvias. Tras el abrupto fin de su viaje, ambos aviadores se encontraban asustados pero sanos y salvos, solo cargaban con la amargura de no haber podido concretar su sueño, lo único claro era que la situación de ambos ahora se tornaba incierta.
La intrepidez de ambos aviadores suscitó encontradas reacciones, por una parte hubo quienes los felicitaron como es el caso del General de División (R) Ramón Cañas Montalva, ex comandante en jefe del Ejercito de Chile, quién expresó en un telegrama; “Impuesto hoy de los detalles de su patriótica proeza antártica, lo felicito cordialmente. Hoy más que nunca necesitamos ejemplos viriles, como el suyo, orientados a la afirmación definitiva de nuestra soberanía en tan preciados territorios para la grandeza de Chile”. Palabras que retrataban ese consenso e inquietud de la oficialidad del cual hacíamos mención más arriba.
Si bien es cierto este vuelo no llegó a concretarse, la hazaña frustrada del Teniente Núñez y su mecánico, se puede tomar seriamente como el primer intento real efectuado por algún aviador chileno de alcanzar en vuelo el continente helado. Es más, tuvieron que pasar dos años más para que un avión bimotor, el recordado OA-10A Catalina “Skua” Nº 406, efectuara esa travesía en vuelo directo Punta Arenas-Isla Decepción, aunque dicho acontecimiento no estuvo exento de riesgos.
Finalmente, a raíz de su vuelo sin autorización el Teniente Núñez fue dado de baja de la FACh el 21 de abril de 1953, cuando en su bitácora personal contabilizaba 1.650:20 horas de vuelo y sus calificaciones eran siempre excelentes conforme a los registros de la propia superioridad militar aérea de la época.

NUEVOS DESAFÍOS PROFESIONALES

A causa de su separación de las filas de la FACh, Luis Alberto Núñez Rojas comienza a buscar nuevos horizontes dentro de la aviación civil y en Agosto de 1953 viaja hacia los Estados Unidos de América para desempeñarse como piloto de pruebas de la fábrica Cessna ubicada en la ciudad de Wichita, Kansas City. Inmerso en esas labores es contactado por el señor Alberto Botinelli quién estaba interesado en adquirir un avión para el transporte de lana en la austral región chilena de Aysén.
De este modo es que “Pilotín” Núñez se asocia con los aviadores Iván Bahamondes Moreno y Jorge Lorca Moreno, ambos medios hermanos y socios del Club Aéreo de Talca, con la finalidad de trasladar desde los Estados Unidos hasta Chile tanto un bimotor Cessna UC-78 “Bobcat” propiedad del señor Botinelli, así como un avión biplaza (probablemente Vultee) que posteriormente sería ofrecido en venta en algún club aéreo del país.
A este genuino grupo de aventureros que efectuarían el vuelo 'ferry' de las aeronaves hasta Chile se sumó el joven de 17 años Patricio Pizarro que fue invitado por Núñez a los Estados Unidos para desempeñarse como mecánico de aviación en la fábrica Aviation Supply Co. de Dallas Texas. El heterogéneo y pintoresco grupo conformado por Núñez, Bahamondes Moreno, Lorca Moreno y Pizarro inicia su travesía hacia el sur sin imaginar Núñez que no solo enfrentaría a la muerte por segunda vez, sino que este viaje cambiaría por completo el rumbo de su vida.

ATERRIZAJE DE EMERGENCIA EN ZONA DE GUERRA

Corría 1954 y en la República de Guatemala se suscitaban hechos que marcarían a fuego la historia contemporánea de esta nación centroamericana. El Coronel Jacobo Arbenz G. gobernaba Guatemala, el mismo diez años antes (20-Oct.-'44) participó activamente en el golpe de estado que derrocara al General Federico Ponce V. A la sazón, el gobierno de Arbenz era de línea socialista y promovía -entre otras cosas- una reforma agraria que afectaba directamente los intereses estadounidenses en la región, los cuales estaban representados por la connotada United Fruit Company.
Esta problemática mueve a EEUU a promover el derrocamiento de Arbenz a través del movimiento de “Liberación”, comandado por el también Coronel Carlos Castillo Armas. Este movimiento operaba desde la vecina Honduras con el apoyo de aviones de transporte, bombarderos y cazas, asediando por esos días el territorio guatemalteco en busca de hacer caer a Arbenz e instaurar un gobierno afín a los intereses estadounidenses.
Durante esta época de convulsión e incertidumbre fue que “Pilotín” Núñez, en compañía de los otros tres aviadores, inicia aquel viaje hacia Chile. Núñez comandaba la operación piloteando el Cessna en compañía de Bahamondes, por su parte Lorca y el joven Pizarro tripulaban el segundo avión. El plan de vuelo original consistía en efectuar todo el viaje en formación, sin embargo el 24 de junio de 1954 al arribar a las costas guatemaltecas y conocedores de la dura situación política que se vivía en dicha nación, los pilotos deciden volar entre las nubes y alejarse (de acuerdo al testimonio de Pizarro) cinco millas de la costa buscando seguridad, pero provocando con esto que ambas aeronaves perdieran contacto por radio.
Es justo en este momento que los dados del destino le juegan una mala pasada a Núñez, ya que el avión comenzó a presentar fallas en uno de sus motores y sumado al hecho de que el UC-78 volaba con carga completa, él y Bahamondes se ven forzados a internarse en territorio guatemalteco para buscar un lugar donde aterrizar de emergencia. Los hechos se suscitan con gran rapidez, una vez más Núñez se ve obligado a buscar una pista que lo libre del desastre y de una muy posible muerte, se dirige entonces a la base militar del Puerto de San José, ubicada en las costas del Océano Pacífico, provincia de Escuintla al sur de la Ciudad de Guatemala.

Núñez junto a los restos de su Cessna.

Al iniciar el descenso hacia la pista, los soldados de dotación de la base (tensos y nerviosos por la continua situación de beligerancia de aquellos días), ametrallaron la aeronave hiriendo a Núñez, quien perdió el control del avión, impactando bruscamente el terreno. Afortunadamente, ambos tripulantes lograron salir del Cessna 'Bobcat' antes de que se incendiara, pero de inmediato son capturados y golpeados por los militares. La razón de la brutal actitud fue la apariencia de Núñez: rubio, alto y de ojos claros… y lógico los soldados guatemaltecos erróneamente lo creyeron un aviador extranjero del bando del Coronel Castillo.
Mientras tanto Lorca y Pizarro a bordo de su aparato siguen entre las nubes, ajenos al drama de sus compañeros de travesía, tratando de ubicarlos ya que después de perder contacto radial con el UC-78 sobrevolaron insistentemente la zona buscando el avión de Núñez, hasta que al quedar casi sin combustible logran aterrizar también de emergencia en El Salvador.

CÓNDOR ¡CHILENO! ... EN LOS CIELOS DEL QUETZAL

Por fortuna las heridas y contusiones sufridas por Núñez y Bahamondes no fueron de gravedad y gracias a la esmerada mediación del embajador de Chile en Guatemala, Don Federico Klein, se esclareció la identidad de ambos aviadores que posteriormente fueron trasladados al Hospital Militar del Ejército de Guatemala para exámenes médicos y recibir tratamiento médico completo.
Una vez superadas esas dificultades y habiendo ya Núñez comunicado su situación a sus familiares en Valparaíso, “Pilotín” se vio en serios apuros económicos pues el avión que debía entregar en Chile y que le iba a dar ganancias yacía completamente destruido en Puerto San José. Una vez se ve obligado a dar un brusco golpe de timón y decide ocuparse como piloto en el convulsionado país. Una vez establecido, Núñez empieza a darse a conocer en el ámbito aeronáutico nacional guatemalteco como un excelente piloto aviador, reforzado este hecho por su gran carisma y personalidad con la cual fácilmente se ganaba el cariño de quiénes lo rodeaban. Cuentan por ejemplo, que para las fiestas navideñas o para los cumpleaños de sus hijos y sobrinos el “Tío Lucho” estaba siempre rodeado de niños con los que jugaba como uno más de ellos, solía hacerles bromas, regalarles dulces y consentirlos (o regalonearlos como se dice en buen chileno).
La reputación de Núñez Rojas se puso nuevamente de manifiesto el 7 de noviembre del año 1955, ya que durante los meses de conflagración interna que vivió Guatemala por esos años, amerizó de emergencia en el puerto de Champerico un avión “Catalina” con librea panameña. Esta aeronave que quedó varada en dicho puerto, de acuerdo a los periódicos de la época, se especuló que prestaba apoyo a la “Liberación”, pero investigaciones posteriores revelaron que la aeronave se encontraba solo de paso, siendo ajena a cualquier conspiración.
Por esos días no había ningún piloto guatemalteco habilitado para la operación de un hidroavión tan grande, por lo que la misión de probarlo y volarlo una vez reparado fue encomendada a “El Chileno”, como ya se le empezaba a conocer a Núñez Rojas en Guatemala. El ingeniero D.E. Howard de empresa Consolidated (fabricante de estos hidros), había sido contratado para supervisar las tareas de reparación de la nave y fue en compañía de dicho personaje que Núñez lleva a cabo el vuelo de pruebas, resultando uno de los motores con fallas, lo cual hace que Núñez deba efectuar un amerizaje precautorio. No cabe duda de que el conocimiento y la experiencia adquiridos en Chile operando este tipo de aeronaves en la FACh convirtieron en ese momento a Núñez en la persona ideal para llevar a cabo las pruebas de dicho avión.

Con su esposa y dos de sus hijos.

En este punto de la historia fue que la vida de Núñez dio un giro inesperado: durante una fiesta de año nuevo de 1955 conoció a la señorita Carmen Linares Batres, con quien unos meses después se casaría. Junto a ella procrearía cinco hijos; Luís Alberto, Luís Nolberto (Q.E.P.D.), Luís Adolfo, Luís Alejandro (Q.E.P.D.) y Paula. Los tres primeros siguieron los pasos de su padre al formarse como aviadores. Así, con el pasar de los años, Núñez Rojas, ya radicado definitivamente en Guatemala, se destacó por su calidad como piloto fumigador, labor que llevaba a cabo de forma privada y que se convirtió en su forma de ganarse el sustento. Normalmente fumigaba plantaciones de algodón, café y caña de azúcar ubicadas en la bella costa sur de Guatemala.
“El Chileno” se destacaba además por sus habilidades de vuelo y era normal y habitual que cuando el Aeroclub de Guatemala celebraba su aniversario o cuando cada 10 de Diciembre se conmemoraba el Día Nacional de la Aviación, era invitado a participar realizando vuelos acrobáticos especialmente a bordo de su avión ligero Piper “Cub”. Cuentan además que “Pilotín” Núñez acostumbraba a volar rasante sobre el canal acuático de Chiquimulilla con uno de los trenes de aterrizaje del Piper sumergido en el agua, lo que provocaba una ola que mojaba a los lugareños o bañistas desprevenidos. Si esta hazaña en particular es verdadera o es un chascarrillo más de “Pilotín”, no se sabe a ciencia cierta; pero independiente de ello refleja el carácter jovial y bromista del protagonista de esta historia, cualidad que lo caracterizó durante toda su vida.

El PROYECTO DE LA EMPRESA FUMIGADORA

Núñez complementaba su trabajo de piloto fumigador trasladando pequeños aviones privados desde los Estados Unidos hasta Guatemala para ser entregados a sus propietarios, generalmente ganaderos y dueños de tierras en las que se acostumbraba fumigar los cultivos y con el paso de los años estas actividades se materializarían con el intento de establecer una empresa de fumigación propia. Durante este periodo realiza un viaje a Europa a fin de probar diversos tipos de aeronaves que se ajustaran a sus requerimientos técnicos para la aplicación de pesticidas.

Entregando un avión al dueño de una finca.

Pilotín en su afán de dar inicio a este proyecto solicita créditos a diversas instituciones bancarias guatemaltecas con la finalidad de poder adquirir una flotilla de aviones fumigadores, todo esto mientras continuaba con sus labores cotidianas en la Costa Sur del país. Sin embargo, el 22 de de Agosto de 1968 mientras se encontraba hospedado en el hotel “Astor” de la ciudad de Retalhuleu, en el suroeste del país, fue secuestrado junto a su colega y piloto fumigador Roberto Héctor Maccaro (uruguayo).
El rapto fue ejecutado por cuatro hombres armados quienes después de golpear a Núñez y despojar a los aviadores de sus ropas, los introdujeron a la fuerza a un vehículo y de acuerdo a la información proporcionada en el matutino “El Imparcial”, los dos aviadores extranjeros fueron conminados a abandonar sus labores y proyectos ya que con ello desplazaban a los pilotos guatemaltecos que se dedicaban también a estas labores. Esto obligó a Núñez a desistir de su idea de crear una empresa fumigadora con mayores capacidades, teniendo incluso que abandonar transitoriamente el país, esto con el único afán de proteger a su familia. Sin embargo, al poco tiempo después regresó y continuó ininterrumpidamente sus labores como piloto comercial.
Otro aspecto destacable de la vida de Núñez en Guatemala, es su pasión por la cultura y la lectura en general, ya que hasta el día de hoy en su casa de la ciudad de Antigua Guatemala, aún se conserva una muy buena parte de su biblioteca particular, así mismo en Mayo de 1976 se convierte conjuntamente con otros ciudadanos en fundador de la Sociedad Guatemalteca de Astronomía.

En la Sociedad Guatemalteca de Astronomía.

EPÍLOGO

La fructífera e interesante vida de Luís Alberto “Pilotín” Núñez Rojas llega súbitamente a su fin el año 1983 a la edad de 58 años. La muerte es provocada por un cáncer terminal en la piel, sin embargo su espíritu altruista se puso nuevamente de manifiesto, pues en vida fue poseedor de una aguda vista, por lo que sus córneas fueron donadas para ser implantadas en pacientes con severas dificultades ópticas.
Fue así como llegó a su término la vida terrenal de este indómito piloto aviador chileno, cuyas múltiples aventuras y anécdotas habían sido casi olvidadas por la historia aeronáutica de Chile y Guatemala. Y que pese a las irregulares circunstancias en las que se vio envuelto en el famoso episodio de 1953, estas mismas lo convierten en el primer aviador chileno en intentar un vuelo a la Antártica.
El nombre de Luís Alberto Núñez Rojas debe ser rescatado de los oscuros pasillos laterales del gran palacio de la historia junto a otros personajes velados por los recuentos oficiales, como los chilenos; Urcisinio Galletti por su labor en Venezuela, Humberto Ramírez en Republica Dominicana y Jacques Lagas que combatió en Playa Girón durante la fallida invasión en Bahía de Cochinos y luego esforzado piloto comercial en Chile, etc. Todos juntos deben ser devueltos al salón central donde todos quienes amamos y disfrutamos del mundo de la aviación.
Sea este entonces un sencillo y sincero homenaje a un excelente aviador… el Cóndor chileno que también dejó su imborrable huella en los cielos del Quetzal.
Agradecimientos Especiales:

Señora Carmen Linares Batres de Núñez.
Señor Luis Nolberto Núñez Linares (QEPD)
Señora Paula Núñez Linares.
Señor José María Gálvez Linares
Señor Edvin Rodríguez Camposano (investigador)
y a Don Alberto Fernández Donoso por su desinteresada y continua colaboración.
Corrección técnica y de estilo: Esteban Cornejo C.
(fotografia T-6 Nº 290) Monomotor North American T-6 Nº 290 al mando del teniente Guillermo Gómez A. sobrevolando el Estrecho de Magallanes durante un vuelo de control de fronteras. Posiblemente en este mismo aparato Pilotin Núñez intentó realizar la hazaña relatada en este artículo.
Imagen captada en 1957 por el subteniente Ernesto Lathrop A. desde otro T-6 que le formaba como número.
La fotografía pertenece al Coronel Guillermo Gómez A. quien personalmente autorizó su publicación en este blog, pero el archivo digital nos lo fue enviado gentilmente por nuestro colega Claudio Cáceres G.

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